viernes, 20 de enero de 2012

¿Rating político o financiero?

En 1933, durante su primer discurso de investidura, Franklin D. Roosevelt advertía que la respuesta a la depresión era “no tenerle miedo al miedo”. Por eso, no hay que temer a la degradación en masa de nueve países europeos el pasado viernes por la agencia de rating Standard & Poor´s (S&P). Una rebaja política al servicio de los intereses británicos y estadounidenses, que se hizo realidad lanzando una bomba de racimo sobre la zona euro para poner en cuestión el futuro de la unión monetaria y sembrar el miedo entre sus socios. Pero esto no es el fin del mundo. No hay que tenerle miedo a las agencias de calificación. Cada día la credibilidad de S&P o de Moody´s y Fitch es más baja. Un día defienden una cosa y al otro la contraria dependiendo de quién pague. Donde una ve riesgos, su competidora hace la vista gorda. Un ejemplo, el viernes S&P decidió quitarle a Francia la máxima calificación de su deuda, la preciada triple A, el lunes Moody´s decidía mantenerla. Y es que sus decisiones no tienen nada que ver con la economía real.  Si un país europeo, ya sea Grecia, España o Francia, elige los recortes para combatir el déficit, las agencias le rebajarán la nota de solvencia porque entonces el temor será el castigo sobre el crecimiento. Pero si un país decide que no va a usar la tijera para que la economía se recupere y el desempleo no aumente, el resultado es el mismo, una rebaja de la calificación ante “la falta de planes creíbles para rebajar el déficit” según el falso lenguaje, ya habitual, de las agencias. Dos versiones para un mismo hecho. El informe  del Congreso de los Estados Unidos sobre la investigación de las hipotecas basura decía que sin la colaboración de las agencias de rating, S&P y Moody´s, la orgia de las subprime y la posterior crisis no hubiera sido posible. El presidente de BCE y varios comisarios europeos aseguran que estas empresas han sufrido una gran pérdida de reputación durante esta crisis y piden reducir la “dependencia mecánica” de la UE de las agencias de rating. Sin embargo, estas críticas no tienen continuidad, ni actuación alguna por los gobiernos europeos. Así que, sí seguimos aceptando los errados diagnósticos de las agencias de rating y la vía de la austeridad, decretada el 9 de diciembre por la canciller Merkel, llegaremos “a toda velocidad hacia un camino que no conduce a ninguna parte”, como dice Paul Krugman.

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