domingo, 24 de junio de 2012

La minicumbre de Roma.

La minicumbre que celebraron ayer en Roma los mandatarios de las cuatro principales economías del euro, Alemania, Francia, Italia y España, fue para aunar posiciones de cara al Consejo de Europeo de la semana próxima. En la reunión parece que se acordó iniciar un giro, aunque ligero en la política económica europea. Sin embargo, y como no, volvieron a hablar del saneamiento de las finanzas públicas a través de las severas políticas de austeridad. No sé cuándo se van a convencer y decir públicamente que esas políticas están totalmente fracasadas, pese a lo que diga la canciller Merkel. Menos mal que también se planteó una agenda de crecimiento que hará hincapié en dinamizar la economía como antídoto a la recesión y como paliativo de los sacrificios exigidos para ajustar los déficits. En esta agenda se plantea destinar el 1% del PIB a políticas de crecimiento con una inyección de 130.000 millones de euros al capital del Banco Europeo de Inversiones y avanzar en la creación de una tasa a las transacciones financieras -la famosa tasa Tobin revisada- aprobada ayer en la reunión del Ecofin, aunque no para todos los socios comunitarios. Sólo diez países han dado el primer paso, entre ellos los cuatro de la minicumbre. Y como se esperaba, con el no del Reino Unido. Pero esta agenda deja de nuevo para mejor ocasión la mutualización de la deuda en forma de eurobonos, que acaben de una vez por todas con el estigma diferencial de deuda entre socios europeos. Tampoco ha cerrado definitivamente el proceso de la unión bancaria europea con la creación de un Tesoro único. Ni se crea una agencia pública europea de calificación, ni regula este sector de agencias privadas en Europa. Y tampoco finaliza la unión fiscal, que evite disparidades entre estados de hasta el 15% en el impuesto de sociedades. Y sobre todo y lo más importante, no se  alcanza la unión política que haría virar en redondo definitivamente a los mercados. Todo esto requiere de una grandeza de miras de la que carecen los actuales líderes europeos con su resistencia a ceder soberanía. No sé si se salva alguno. Estamos en una situación crítica. En el G-20 de México, Obama y Christine Lagarde del FMI se lo han dicho muy claro a Ángela Merkel, están en contra y van de frente contra la gestión de la crisis que está haciendo Alemania, limitando la política de los socios europeos al máximo y la suya al mínimo. O se construye Europa de una vez o se hunde la economía mundial y con ella, por supuesto, la economía europea.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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