viernes, 29 de junio de 2012

La regeneración cívica e institucional.

La pasada semana no pudo ser más tormentosa y viajera para el presidente del Gobierno, estuvo en México, Brasil y Roma. Después, no hubo ni explicación ni comparecencia parlamentaria sobre las expectativas de este país tras esos encuentros. Ante esta situación, la ciudadanía ni está tranquila ni se siente respetada por Mariano Rajoy, sobre todo ante la incertidumbre que genera evitar el rescate duro. Hoy, se inició una cumbre de la Unión decisiva pero dolorosa, donde se quiere crear una nueva arquitectura europea basada en una unión bancaria, fiscal y política. Habrá más solidaridad a cambio de menos soberanía según el informe elaborado por el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy. Aunque, desde que se inició la crisis,  esta es la cumbre número 24 con propuestas que no han solucionado nada. Por todo ello, es más necesario que nunca que a la vuelta de Bruselas el presidente del Gobierno haga una intervención en el pleno del Congreso explicando lo deliberado y acordado por los jefes de Estado y de Gobierno en esta cita. Es inevitable, obligada y urgente. La desastrosa comunicación entre Gobierno y ciudadanía no puede continuar por insuficiente, vacilante y oportunista. El verdadero problema de esta incomunicación es la falta de líderes y de liderazgos cuando ahora son más necesarios que nunca. Estamos huérfanos de liderazgo político, económico y social, precisamente en medio de la peor crisis que se recuerda. Pero es que tampoco las instituciones suplen esa falta de liderazgo de nuestros dirigentes. Una encuesta de Metroscopia para El País del pasado domingo, dice que el 62% de los ciudadanos considera que las instituciones no saben estar a la altura cuando más falta hace el amparo político. Ese desplome de la confianza institucional está acompañado por una masiva sensación de desprotección y desamparo, un 73%. Y es que ni las principales instituciones nacionales, ni la clase política en su conjunto están sabiendo transmitirles seguridad y sosiego a los ciudadanos. La democracia es un ejercicio recíproco de generosidad, solidaridad y justicia. Pero, las Instituciones que por su carácter altruista y protector deberían merecer una favorable evaluación ciudadana, están viendo seriamente mellado su crédito social. Por ejemplo, la justicia nunca había tenido una imagen ciudadana tan negativa como ahora, por no hablar de la Iglesia o la Corona. El deterioro es especialmente profundo y grave en la clase política. Ocho de cada diez españoles, según la encuesta, consideran que los políticos no están a la altura del momento actual, ni dan la talla que requiere las actuales circunstancias. Decía José Juan Toharia, presidente de Metroscopia, sobre la citada encuesta que “cuando una sociedad empieza a decir que se siente desamparada, lo inaplazable es propiciar con urgencia su regeneración cívica e institucional”. Por ello, continuaba, “urge que una ciudadanía como la nuestra, por tantos puntos admirable, encuentre ejemplos en los que mirarse, líderes en los que reconocerse e instituciones de las que sentir amparo”.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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