jueves, 21 de julio de 2011

¿Cuándo perdimos nuestra humanidad?

El pasado mes de Mayo, una embarcación con 72 inmigrantes, que salieron desde Libia con destino a Italia, naufragaron sin que las naves de la OTAN hiciesen nada por rescatarlos. Desde que comenzó el conflicto Libio, unas 2.000 personas han muerto en el Mediterráneo sin que a nadie le importe, incumpliendo obligaciones ineludibles recogidas en el derecho del mar. La misión de la OTAN en el Mediterráneo debería incluir la ayuda humanitaria, pero hasta ahora sólo España, hace unos días, ha asumido esa responsabilidad acogiendo en una de sus fragatas bajo la misión de la OTAN a 111 inmigrantes que estaban a punto de naufragar. Inmigrantes que habría que evacuar urgentemente a algún hospital en tierra dada su delicado estado de salud. Ahora, la OTAN está negociando con los países de la zona para ver quien acoge finalmente a ese centenar de personas en situación precaria porque nadie quiere hacerse cargo de ellas. Es incomprensible la falta de solidaridad ante esta delicada situación. Y el remate es las lentas y largas discusiones entre los países de la zona para ver quién o quienes asumen estas competencias que nadie debería rechazar por razones humanitarias.
En nuestro país, también nos deberían escandalizar los datos que aparecen en el estudio “Evolución del racismo y la xenofobia en España (informe 2010)”, difundido esta semana por la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración. El estudio pone de manifiesto que un 36% de los ciudadanos encuestados por el CIS está reacio a la entrada de emigrantes, menos mal, que un 41% piensan que los efectos generados son positivos o muy positivos para España. Nicolás Marugán, responsable del estudio, reconoció que la imagen que tiene los españoles de los foráneos “ha empeorado mucho” respecto a los años anteriores, algo que achacó a la “estereotipia” creada en torno al uso de los servicios públicos y al mercado laboral. Los españoles objeto del sondeo piensan que los emigrantes reciben más del Estado de lo que aportan, aunque los datos oficiales digan lo contrario. El informe refleja también que un 44% piensa que los españoles deben tener preferencia en la atención sanitaria y un 56% que se tenga en cuenta la nacionalidad a la hora de elegir colegio para la educación de los hijos. No sé si será la complejidad de nuestro cerebro la que hace posible estas respuestas racistas y xenófobas, porque no entiendo como a tantas personas les cuesta aceptar que no hay españoles, ni extranjeros, ni grupos mayoritarios o minoritarios, sino sólo seres humanos o personas que como nosotros, en este periodo de crisis, buscan una salida para sus problemas. Y es que la adaptación a esta nueva sociedad multirracial y diferente debe hacerse desde nuestro interior, superando, por supuesto, los conflictos internos y externos de este mundo que nos rodea.
María José Jiménez Izquierdo

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