lunes, 4 de julio de 2011

La sanidad pública.

En este periodo de crisis, ajustes y reformas, la pregunta que se hace todo el mundo, especialistas o no, es si la sanidad pública española es sostenible. La respuesta de la responsable de Política Sanitaria del PP, Ana Pastor, es muy clara y formará parte de su programa electoral: “Hay que hacer frente a una deuda acumulada de 15.000 millones de euros -según los expertos de 11.000 millones-. Si no se hace y se garantiza una política sanitaria fuerte que genere empleo y riqueza, el sistema sanitario no es viable. No es sostenible. Debemos poner en marcha, y pronto, grandes reformas”. Pero la pregunta está mal planteada. La cuestión no es si el sistema público de salud es sostenible para la sociedad española, sino si una sociedad democrática puede permitirse un buen sistema de salud.
La sanidad pública española tiene un presupuesto de 63.700 millones de euros, el 6,1% del PIB. Cifra menor que la media de la OCDE y muy por debajo de países como Alemania, Francia e Italia. La asistencia sanitaria española es de 1.816 euros por habitante y año para una atención integral, y si se toma solo el gasto sanitario público es de 1.266 euros. Este es un coste que este país puede permitirse asumir, sobre todo con los indicadores de salud que tenemos, que en algunas áreas nos sitúan entre los primeros del mundo. Así que pocas reformas y ajustes se le pueden hacer. Otra cosa es establecer medidas eficientes de ahorro en fármacos y tecnología hospitalaria, mejor distribución del gasto y dedicar a la sanidad ingresos adicionales de los impuestos que gravan el tabaco o el alcohol, cuya atención se lleva el 7% del gastos sanitario, unos 2.500 millones de euros.
Hoy nadie discute que hay que ahorrar y ser eficiente. La duda es cómo hacerlo bien. Y la formula de copago no es la mejor para ahorrar. El secretario general de Sanidad asegura que un copago de cuatro euros podría generar unos 700 millones de euros al año. Pero esa no es la solución para la sostenibilidad del sistema, ya que traería problemas porque la recaudación podría generar mayores costes que ingresos y porque aquellas personas que no usaran los servicios sanitarios preventivos o de consulta, generarían males que a la larga serían más caros de solventar. La FAES, fundación que preside José María Aznar, está elaborando por encargo de Mariano Rajoy un informe que estudiará la viabilidad del copago para incorporarlo al programa electoral del PP. Pero el copago no convence, ni como formula disuasoria al abuso de las visitas medicas, ni como elemento recaudador, porque los ciudadanos ya financian la sanidad con sus impuestos. Así que saquemos a la sanidad de la discusión política, porque España gasta en sanidad pública más bien poco o, todo lo más, lo justo. Y si hay que ahorrar hay una larga lista -AVE, puertos, aeropuertos, diputaciones, etc.- antes que la sanidad, la educación y los servicios sociales.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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