Nunca antes un presidente de la República había repetido mandato,
y tampoco nunca antes un presidente de la República delante del Parlamento en
pleno había atacado de manera tan dura a los partidos políticos, a los que
acusó directamente, sin subterfugios ni paños calientes, de la situación de
caos que atraviesa Italia. Hubo caña para todos. El viejo estadista, Giorgio
Napolitano, conmovido en más de una ocasión durante su discurso, dijo
finalmente que siempre estaría dispuesto a trabajar por Italia, “hasta que las
fuerzas me lo permitan”.
Estos hechos sin precedentes, esta reelección a la desesperada, se
han producido ante el fracaso de todos los pactos y para romper la parálisis en
la que se encontraba sumida Italia tras las elecciones de febrero. Han tenido
que tirar de la experiencia de un hombre como Napolitano, antiguo comunista y
padre del texto constitucional. Barack Obama dice de su amigo, “Napolitano
tiene una reputación maravillosa. Y merece la admiración de todo el pueblo
italiano no solo por su carrera política, sino también por su integridad y
gentileza; es un verdadero líder moral y siempre ha representado de la mejor
manera a su país”.
Nadie antes tuvo tantos motivos ni tanta autoridad política y
moral como Giorgio Napolitano. A sus 87 años y 10 meses y apoyado sobre su
emoción, su rabia y su sentido de Estado, advirtió a los políticos que si de
nuevo vuelven a faltar a su compromiso con los ciudadanos, tomaría medidas.
Pese a la dureza de su discurso, Napolitano también ha dejado un resquicio a la
esperanza. “Es hora de pasar a los hechos”, dijo. “Hace falta un gobierno
basado en el acuerdo entre fuerzas políticas. Sobre la base de los resultados
electorales, de los que no se puede dejar de tomar nota, gusten o no”.
En una situación como la actual de dudas, caos y desolación, los
italianos han tirado de la experiencia. Solo un hombre como Napolitano, han
pensado los 1.000 “grandes electores” diputados y senadores italianos, podía salvar
al país. Un hombre con 87 años para poner cordura en una situación en la que no
había, para enderezar y elaborar con criterio la lista de las necesidades más
acuciantes, la lista de cosas que se deben abordar de forma prioritaria. Los
italianos llevan décadas sobreviviendo a la desidia, la corrupción, las
extravagancias y las ambiciones de políticos que en ningún país del mundo
habrían llegado muy lejos. Por eso, cuando se han acercado a la línea roja, a
esa línea que no se puede traspasar, han buscado a Giorgio Napolitano, la
experiencia, la integridad y la lucidez de ideas.
Ante esta situación que vivimos, encontraremos en España a ese
líder moral, integro y con experiencia que diga como Napolitano “es hora de
pasar a los hechos, hace falta un gobierno basado en el acuerdo entre fuerzas
políticas”, porque aquí también hemos traspasado ya la línea roja.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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