Algo va muy mal en Cataluña, pero también en otras
comunidades autónomas, porque es difícil saber dónde y cómo acabará este
embrollo de los nacionalismos, cuya existencia no son el producto de procesos
históricos o económicos, sino de los intereses de las élites políticas.
Este Gobierno no se entera, ni se quiere enterar que el
problema de Cataluña es el primer problema de España. El laberinto catalán se
enreda cada día más porque las posturas defendidas se basan en intereses
políticos e ideológicos nada realistas que al final pueden provocar la fractura
social de este país llamado España. Sin embargo, parece no importar mucho, porque
el PP solo tiene un discurso “No cabe en la Constitución”. Y los
independentistas un mantra mil veces repetido “Queremos la independencia”.
Los catalanes no se dan cuenta de que una declaración de
independencia unilateral, tras una consulta ilegal, les dejaría al margen de la
Unión Europea y de organismos internacionales como Naciones Unidas. Cataluña
podría ser un Estado, pero no un Estado reconocido con vida internacional
normal, sino algo parecido a Kosovo o Palestina. Y esto es una pobre solución
para un proceso tan ilusionante como el que le vende a los catalanes el señor Mas.
Otra mentira vendida a todos los catalanes es que una
declaración soberanista por vía plebiscitaria les daría legitimidad
democrática. Me figuro que la misma que tiene Palestina donde todos los
ciudadanos están a favor de la independencia plebiscito tras plebiscito. Esto
es hacer supuestos que al final se quedan en nada, sabiendo además que cualquier región europea que salga de su
Estado queda fuera de la Unión. Después, por supuesto, pueden pedir el
reingreso y ya se estudiará. Pero Cataluña no tiene muchos amigos que le
faciliten su ingreso en la Unión Europea.
El Gobierno conservador británico está tratando de convencer mediante
campañas de todo tipo a los escoceses de que les iría pesimamente mal si
salieran del Reino Unido, aunque también les dicen que estarían dispuestos a
dialogar y pactar si fuera necesario para presentar a Escocia como nuevo
miembro de la Unión. En España la discusión se ha exacerbado tanto que se han
roto las vías de diálogo, y las posibilidades de algún acuerdo o pacto son casi
imposibles. Así que Cataluña tendría que negociar como nuevo país las condiciones
de su entrada en la UE. Ya no hablo de entrar en el euro, porque si no se es
miembro de pleno derecho de la Unión, no se es miembro de pleno derecho del
euro.
En esa situación transitoria Cataluña tendría dos opciones
igual de negativas. Una, usar el euro como Andorra, Mónaco, San Marino o
Kosovo, pero sin derechos y apoyos del Banco Central Europeo, lo que es
esencial. Otra, crear una moneda propia, lo que sería aún peor por su
debilidad, su poca capacidad presupuestaria y su pobre capacidad exportadora y
de acción a nivel europeo. Entonces estarían condenados a la devaluación, y eso
significaría devolver los préstamos mucho más caros.
Pero todos estos razonamientos parecen no importar nada.
Porque ahora los independentistas empiezan a decir que tampoco estaría mal
tener a Cataluña fuera de la UE, como Suiza o Andorra. Cuando su realidad sería
la de un Estado fallido como Kosovo. Todo esto me parece una autentica locura.
Por eso, hay que buscar una salida a esta situación. Pero esto no es posible
sin diálogo. Y sobre todo explicando una y otra vez por todos los medios
habidos y por haber que la independencia no es lo bueno en 2014, ni en el
futuro, sino lo malo. Y que una Cataluña independiente sería lo peor que le
podría ocurrir a los catalanes, pero también a todos los españoles. Aunque me
temo que para todo esto ya llegamos tarde.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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