No sé qué le pasa a este país, pero las cosas por las que
discutimos y que generan más confrontación son las que menos ayudan a la gente
a salir de la crisis.
Hace unos días, Rajoy estuvo en New York interviniendo en la
Asamblea General de las Naciones Unidas, y además de contarnos relatos de
economía ficción y otros cuentos chinos, quiso escaquearse cuando le
preguntaron por su colega Bárcenas, por la financiación irregular de su partido
y por la destrucción de pruebas y discos duros en la entrevista de la prensa de
información financiera Bloomberg. No pudo porque las entrevistas allí no se
hacen a través de un televisor de plasma como aquí.
El lunes en San Sebastián, el expresidente José María Aznar,
en su intervención en el acto de presentación del libro “Cuando la maldad
golpea”, nos advirtió en tono apocalíptico sobre el peligro de los
nacionalismos. Sin citar al País Vasco ni a Cataluña, los acusó de “pedir lo
imposible” y con ello, provocar “el desguace de la nación y el Estado”. Como
siempre mucho ruido y pocas nueces. Aunque al escuchar a Aznar decir “desguace de la nación” pensé que se refería
a lo que está haciendo el Gobierno de su partido con la nación española.
El martes el presidente de la Generalitat, Artur Mas,
lamentaba que las palabras del expresidente del Gobierno, José María Aznar,
estuvieran cargadas de “intransigencia, intolerancia y beligerancia” hacia
Cataluña y sus aspiraciones democráticas. Además, advirtió a Mariano Rajoy que
lo que está en juego en Cataluña no es “un cambio de cromos” sino el dar una
respuesta madura y democrática a las demandas de los catalanes. “Con el no a
todo no se construye nada”, sentenció el independentista Mas.
Todo esto que se dice por parte de unos y otros, me parece
que no tiene nada que ver con la realidad, sucede en otro plano, en otra
frecuencia, más bien en el territorio de la política ficción a la que nos
tienen tan acostumbrados nuestros políticos en esta crisis. Ese “España nos
roba” que dicen ahora los independentista catalanes sobre el sistema de
financiación autonómico, además de ser un enfrentamiento estéril, es también
una pieza de ficción y de mentira, pues la financiación ha sido pactada y
firmada por CIU con todos los Gobiernos habidos del PSOE y PP desde 1993. Y,
sin embargo se insiste, se escriben artículos, se montan debates y se hacen
discursos que no tienen nada que ver con la realidad y con los problemas que
sufrimos en esta crisis todos los españoles.
Afortunadamente, España es mucho más que todos estos
políticos que nos han tocado en mala suerte, que no merecen ningún respeto, ni
por supuesto, ninguna credibilidad por todas sus mentiras y engaños.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez
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