Según dice el
Gobierno los presupuestos del Estado para 2014 son los de la recuperación, sin
embargo son más de lo mismo: recortes de derechos, austeridad, pobreza,
mentiras y engaños.
Los presupuestos no
son como se presentan y empiezan, sino como terminan. Y en las dos legislaturas
anteriores las cuentas de la Administración con este Gobierno han acabado mal,
han sido de un fiasco total. Los terceros presupuestos del PP se entregaron
ayer en el Congreso de los Diputados. Y no son una presentación más. En los dos
primeros, el exceso de recortes e impuestos asfixio la actividad económica y
aumento el desempleo. Y en esta legislatura ya resultan papel mojado porque se
hacen sobre supuestos erróneos, con menos ingresos de los previstos y con más
gente trabajando de la que hay en realidad. Y así las cuentas no salen.
Uno de los principales
parámetros que el Ejecutivo siempre subestima es el del paro. Así, en las
primeras cuentas de Rajoy elaboradas en primavera de 2012, el Ejecutivo
aspiraba a tener una tasa de paro del 24,3% en ese ejercicio. Sin embargo, el
paro superó en 600.000 personas sus expectativas. Para el ejercicio siguiente
(2013) volvieron a prever la misma tasa de paro y una reducción del número de
parados. Pero finalmente y según las últimas previsiones, la tasa de paro se
quedará en 2013 en un 26,6%; y será en el próximo ejercicio (2014) cuando dice
el ministro de Economía que caerá al 25,9%. ¿Quién se lo cree?
Si las cifras de
empleo están distorsionadas, las de ingresos por IRPF no dan pie con bola. En
2012 Montoro calculó que recaudaría 73.100 millones de euros, un 4,7% más que
el año anterior, gracias al "recargo temporal de solidaridad" con el
cual Hacienda gravó más las rentas del trabajo y menos la de sociedades. Pues
bien, incluso ni con el recargo, los ingresos cumplieron las previsiones de
Montoro porque se quedaron en 72.588 millones de euros.
Aunque este Gobierno
no se desanimó y presupuestó para 2013 unos ingresos de IRPF de 74.215 millones
de euros. Sin embargo, según datos publicados hoy mismo, la recaudación en 2013
se quedará en 71.982 millones de euros. Más prudentes, para el próximo año
esperan recaudar un 1,7% más de lo que finalmente se liquidará. La cifra lleva
los ingresos del IRPF (si se cumplen los de 2014) a la casilla de salida de las
previsiones de Montoro, es decir, a lo que logró recaudar en 2012. ¿Quién se lo
cree?
Con estos
antecedentes sobre los ingresos que menguan cada año, también hay que
contemplar el desfase de la seguridad social. En el 2012 hubo 5.000 millones
menos de lo previsto. Además de una deuda pública que sigue a galope pues en
Julio ya estaba en el 91,6% sobre el 92,6% previsto para todo el 2013, es
decir, que a final de año superará el billón de euros -según el FMI España no
tenía una deuda igual desde 1909-. Esta deuda lastrará de forma muy
significativa la capacidad de maniobra del Gobierno por el creciente peso del
pago de intereses (el 10,3% del presupuesto), lo que dejará al Ejecutivo con un
margen de maniobra muy escaso. Todo lo anterior más la sombra permanente del
paro hace que dudemos mucho de las previsiones del Gobierno para el año 2014.
Pero, vuelvo a preguntar, quién se lo cree.
Por todo lo anterior,
y más que no digo para no ser demasiado agorero, no tengo más remedio que
afirmar -y así lo confirman también los expertos- que los presupuestos de la
recuperación de este Gobierno son una mentira y un engaño, y que se estrellaran
de nuevo con la realidad como ocurrió con los dos anteriores. Así que ni habrá
el crecimiento previsto, ni la recuperación económica apuntada, y al igual que
en los anteriores presupuestos faltarán estímulos para el empleo, se congelarán
de nuevo las nominas de los trabajadores públicos y se recortarán las pensiones
en la cuantía necesaria para alcanzar los 33.000 millones previstos hasta 2022.
La conclusión que
podemos hacer sobre las cuentas del Estado para el 2014 es que tendremos más
recortes de derechos, más austeridad, más pobreza y menos democracia. Los
ciudadanos tenemos que comprender cuanto antes que estas cosas que suceden ante
nuestros asombrados ojos son como mínimo para indignarse por intolerables y
ultrajantes.
Ángel Luis Jiménez
Rodríguez
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