Solo me faltaba por ver que la vicepresidenta Soraya Sáenz
de Santamaría, el miembro del Gobierno con mayor aceptación por su sinceridad,
también termine siendo una mentirosa.
Ocurrió ayer viernes, después del Consejo de Ministros, al
ofrecer información sobre la lucha contra el fraude fiscal y laboral. Y esa
información no se ajustaba en absoluto a la realidad y la verdad. La
vicepresidenta aseguró que entre enero de 2012 y junio de este año, el tiempo
que lleva el PP en el Gobierno, se habían descubierto a 520.000 personas que
cobraban de manera fraudulenta el seguro de desempleo, lo cual había permitido
ahorrar 3.160 millones. Estas mentirosas declaraciones insultaban a uno de cada
cinco de los parados de este país con derecho a prestación.
Durante los trece minutos que duró su intervención inicial,
insultó, no sé por qué, y de forma reiterada a ese supuesto medio millón de
parados defraudadores. La cifra es una barbaridad en relación con el número de
ciudadanos que cobran la prestación (2,9 millones de parados). Y por supuesto
no se ajusta a ningún dato que pudiera ser cierto, pues las cifras aportadas
por la vicepresidenta supondrían que casi un 20% de las personas que cobran la
prestación por desempleo defraudan. Qué frivolidad e insensatez de la
vicepresidenta, que además se negó a explicar el origen de las cifras
aportadas.
Posteriormente, el Ministerio de Empleo aclaró que estas
cifras, cuyo detalle siguen sin explicar, corresponden -en una enorme mayoría-
a casos de personas a las que se les ha retirado la prestación durante un mes
por problemas administrativos, como por ejemplo no acudir a una cita prevista o
carecer de alguna documentación, y que después se han subsanado quedando
resuelta la suspensión. Según los datos de los servicios de Inspección de
Trabajo y Seguridad Social, la cifra real de personas que hasta el mes de
agosto han cobrado de manera fraudulenta el desempleo por haberlo
compatibilizado con un trabajo no declarado fue de 5.833. Esta es la realidad
que todos debemos conocer para descubrir
las mentiras de la vicepresidenta.
Qué obsesión tiene este Gobierno por el recorte, sobre todo
en el gasto por la prestación por desempleo. Por eso si hay que mentir, se
miente de forma descarada, y sin importar el daño que se hace. El problema es
que la mentira tiene las patas muy cortas y al final resplandece la verdad. A
la vista de los datos publicados entiendo que lo que procede ahora es que la
vicepresidenta pida perdón al más de medio millón de parados a los que ha
insultado con mentiras. Y que explicara en una comparecencia posterior,
parlamentaria o de prensa, las razones para acusar de fraude al 20% de los
desempleados de este país. Si no pide escusas y/o se explica, la vicepresidenta
quedará como una mentirosa. Una más de un Gobierno de mentirosos.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez
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