sábado, 19 de octubre de 2013

Leer, ¿papel o pantalla?

¿Estamos esperando a los barbaros o los barbaros ya somos nosotros?

Hay una gran polémica abierta en las principales ferias del libro del mundo sobre los dos formatos de libro que tenemos hoy en día, el digital y el impreso. Según los editores de papel, y pese a los malos augurios, no se sienten vencidos porque ahora reman con los dos formatos y dicen que posiblemente cada día habrá menos libros de papel, pero serán mejores. Y es que el soporte es precisamente eso, un soporte, y lo principal seguirá siendo el contenido.

No cabe la menor duda de que los soportes del libro han ido cambiando a lo largo del tiempo. De la misma manera que la imprenta creó el periodismo y géneros literarios como la novela, también el mundo digital traerá consigo novedades que no alcanzamos todavía a imaginar.

Sin embargo, no hay que olvidar el hábito de la lectura, un arte esencial que a lo largo de los siglos ha servido para aprender, estudiar y conocer el mundo. Y que hoy tiene un posible peligro en internet. Porque como advertía el erudito canadiense  MacLuhan  cada medio tecnológico nuevo transforman al individuo y la sociedad. Y el tiempo le ha acabado dando la razón.

Ahora el conocimiento está almacenado en el espacio y cualquiera puede acceder a él apretando los botones indicados. La memoria y el esfuerzo intelectual ya son prescindibles, o mejor dicho, patrimonio exclusivo de las pantallas y de los ordenadores. Esto le está causando daño a la escritura y a la lectura. No dejo de escuchar a estudiantes, profesores y amigos decir que han dejado de leer. Pero no entiendo por qué si la lectura se puede hacer igual en papel o en pantalla.

Leer no está anticuado, y compartir su enseñanza es un acto superior por lo que no se debe permitir que la sociedad actual pierda ese hábito y se deje manipular por las nuevas tecnologías. Los jóvenes han delegado su mente en las maquinas y posiblemente algunos leen y escriben más que antes pero de forma superficial. Dicen que con internet todos saben de todo, lo que equivale a decir, que nadie sabe de nada.

La lectura, la escritura y el saber son algo activo, por lo que no se debe delegar en un aparato o instrumento que archiva y procesa y comparte la información pero también tecnologiza la palabra y la creación. Me pregunto, si este triunfo de la sociedad de la imagen acabará con el “homo sapiens” a favor del “homo pantallus”. Dios no lo quiera.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez

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