jueves, 10 de marzo de 2011

Las contradicciones del PP.

Según el PP y su líder Mariano Rajoy, la derecha española ya no es conservadora, ahora es liberal. Es lo que se lleva, está de moda. Pero saben lo que dicen, porque según Aranguren en su libro “Ética y política”, el liberalismo significa reducir al mínimo el Estado y dejar con libertad a los individuos y grupos particulares para que los más fuertes se impongan a los más débiles. Lejos de repartirse igualitariamente el ejercicio de la libertad, ésta se convierte en monopolio de poderes oligárquicos políticamente irresponsables.
El pasado 5 de marzo, en un acto electoral en Mallorca, Mariano Rajoy construyó un discurso de consignas ideológicas sobre el lema “Menos regulación, más libertad”, sin embargo, olvidaba concretar las propuestas de su partido -las guardó en un cajón-. Para esta campaña de las autonómicas asumía los objetivos del liberalismo desregulador -origen de la crisis-, moderar los salarios y/o adelgazar los servicios públicos. También pasaba de leyes y prohibiciones diciendo: “Sobran leyes, decretos y reglamentos”. No recuerda el señor Rajoy, opositor a notaria, que las leyes son disposiciones jurídicas de carácter general dictadas por las Cortes -que representan al pueblo- para ordenar las relaciones de las personas dentro de un Estado. Tampoco parece recordar que las leyes las hacen las Cortes -función legislativa- y que su aplicación está confiada al Gobierno -función ejecutiva-. Además Rajoy trasladó a la educación esta confusa perorata de ideas sobre la libertad económica, defendiendo la libertad de elección de centros -más privilegios para la Iglesia católica y los colegios privados- y su oposición, pura y dura, a la Educación para la Ciudadanía. Pero hasta dónde quiere llegar el PP relegando los contenidos de esta asignatura.  La Educación para la Ciudadanía pretende promover relaciones de respeto, abordar la igualdad de hombres y mujeres, rechazar situaciones de marginación, discriminación e injusticia social, y enseñar a asumir responsabilidades propias para afrontar la convivencia, las relaciones cívicas y los derechos y deberes en los que se fundamenta toda sociedad democrática. En definitiva, educar en ciudadanía y democracia, sin sectarismo ni dogmas doctrinales.
Y es que las contradicciones del PP son cada día más evidentes, quieren menos prohibiciones -les molesta hasta la ley antitabaco que apoyaron-, menos regulaciones y más libertad para los privilegiados que ya disfrutan de todos los derechos, pero se oponen a la regulación del aborto, a los matrimonios homosexuales y a los derechos de los inmigrantes, entre otros, que son derechos universales y libertades cívicas reconocidas en nuestro país. ¿Se puede ser -como dicen- defensores de la libertad con estas contradicciones? Qué falta de pudor y de vergüenza.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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