sábado, 19 de marzo de 2011

Los robos de niños.

La historia de los robos de niños durante la dictadura se prolongó, como una rémora del franquismo, hasta bien entrada la democracia. Su esclarecimiento es una exigencia más de la memoria histórica, porque estos robos fueron posibles al obviar los vencedores en todo momento el imperio de la ley. Incluso la legislación llegó a modificarse a su conveniencia para desarrollar con verdadera voluntad criminal un plan preconcebido para que las familias de aquellos niños, que se consideraban inadecuadas para su formación y no encajaban en el nuevo régimen,  no pudieran volver a tenerlos. Esta sustracción de menores, constatadas en el auto del juez Garzón de 18 de noviembre de 2008, se convirtió más tarde en un comercio sucio y miserable de recién nacidos, que sólo fue viable por la complicidad de los poderes públicos y la facilidad de las leyes. Un testimonio, el de Emilia Girón, sobre estas sustracciones, aparece en la página 85 del libro Irredentas de Ricard Vinyes: “Lo llevaron a bautizar y no me lo devolvieron… Aquel niño no lo volví a ver. No. ¿Cuántos se llevaron más que al mío? Para eso no hacían falta permiso. Si por ejemplo tú estás pariendo, viene un matrimonio que no tiene hijos y quiere reconocerlo, te lo quitan y se lo llevan y nada más”. Libros como este y la prensa de estos días revelan estas amargas historias de bebes robados y vendidos con la colaboración de funcionarios y religiosas. Estos robos no fueron -como se dicen en algunas declaraciones- actos bondadosos, sino actos inmorales y malvados sustentados en el aprovechamiento de unos sobre la indefensión de otros. La historia de siempre, de ricos y pobres, de unos que lo tienen todo pero les roban a otros, por la fuerza, hasta lo poco que poseen. Aunque, lo más triste es que esto les parece bien a la gente de la  “España verdadera”.

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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