jueves, 3 de marzo de 2011

¿Qué hacer con la educación?

Carmen Riera, en su última novela “Naturaleza casi muerta” con la que debuta en la novela negra, se sirve del suspense para criticar el sistema educativo actual. “La situación es dramática. Bolonia es un desastre. Lo que contaba en el 76 en el instituto, ahora no lo puedo contar en segundo de universidad”, sostiene. “Los nuevos grados no servirán de nada”, concluye. Esto que critica Carmen Riera en su novela, lo ratifica un estudio de la Fundación de las Cajas de Ahorros,  que hace un análisis de la educación secundaria y universitaria en nuestro país. Su lectura es demoledora para todo el sistema educativo. De la educación secundaria dicen los autores del estudio “Nuestra secundaria es tan mala que en primero de carrera tenemos que impartir clases que, hace una década, correspondían a la ESO”, y continuaban, “a un niño de 11 o 12 años se le puede obligar a cursar una enseñanza uniforme, pero a uno de 15 o 16, ni lo sueñes. Habría que dejarles optar entre sus intereses y habilidades o aficiones, para que los contenidos les resultaran atractivos y no salieran huyendo ante la posibilidad de un trabajo. Porque ahora estamos viviendo un drama terrible, los chicos que dejaron los estudios en busca del dinero que generaba la construcción, -hasta ahí llegó la burbuja inmobiliaria- ahora están merodeando por las puertas de los institutos y no tenemos solución para ellos. Es muy triste ver a esos adolescentes tan perdidos, sin nada que hacer, sin futuro”. Para el sociólogo, escritor y periodista Vicente Verdú, esto es el signo final de una época y el inicio de otra que no somos capaces de comprender los mayores. Escribe que la llamada generación del botellón, más que una generación, es una degeneración, ya que no leen, no se esfuerzan, no entienden la virtud del sacrificio, se abstienen en las elecciones, faltan a la escuela, no creen en nada, se drogan… ¿Tiene razón? Espero que no, aunque debo reconocer por mi experiencia profesional que se ajusta bastante a la realidad en sus afirmaciones. Ante estos dilemas, siempre me pregunto qué hacer, y entonces recuerdo un pensamiento de los profesores G.Charpak (físico, nobel del 92) y R.Omnés (matemático), que me reconforta y anima: “Nada hay más necesario que dar a los jóvenes esa educación que necesitan y que se merecen, de la que resulten generaciones de hombres y de mujeres libres, capaces de entender por si mismos el universo que les rodea y su significado. Urge hacerlo antes de que a los gurús de la venganza, los adoradores de leyenda, o los iluminados les dé tiempo a apoderarse de ellos. Para que por el contrario, reciban de los  sabios el verdadero saber y de los poetas la lucidez y la iluminación de sus actos”.
María José Jiménez Izquierdo

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