lunes, 11 de abril de 2011

El futuro de la Iglesia.

La líder del mayor sindicato de Italia (CGIL), Susanna Camusso, decía en una entrevista en El País, que “la desigualdad se subsana legislando. En España han aprobado normas específicas  que han repercutido mucho en las costumbres y en las libertades personales. España es tan católica como Italia, la jerarquía eclesial promueve ideas parecidas sobre la familia, el aborto, las relaciones sexuales y la mujer, pero al mismo tiempo guarda un silencio absoluto sobre lo que sucede con la mercantilización de su cuerpo. La política allí ha hecho su trabajo y el país ha cambiado. España nos ha enseñado que si la política hace su tarea, la Iglesia puede gritar lo que quiera, que no consigue nada”, sentenció. Reflexionando sobre estas palabras y la relación mujer-Iglesia, veo que está surgiendo para las mujeres una nueva forma de pensar y de reformular las creencias y las prácticas religiosas, y esto ha sido posible gracias a su compromiso político. Si analizamos la historia, a principios del siglo XX, la Iglesia perdió a la clase obrera porque se situó al lado de los patrones, condenando las ideas y revoluciones que luchaban por una sociedad más justa; a finales del siglo XX, perdieron a los jóvenes y a los intelectuales por posiciones filosóficas y culturales integristas y antimodernas. Y si continúan por la senda patriarcal, manteniendo la sumisión de la mujer al varón, en este siglo XXI perderán a las mujeres. Y entonces, qué futuro le quedará a la Iglesia. Y sobre todo, qué podrá aportar al futuro, si es que aún puede aportar algo.
María José Jiménez Izquierdo

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