viernes, 4 de noviembre de 2011

Las políticas de austeridad y el mercado laboral.

Ante los casi cinco millones de parados del tercer trimestre del año según la Encuesta de Población Activa, el Gobierno ha reconocido que los recortes públicos son los culpables, entre otros factores, de este desempleo. Izquierda Unida lo comparte y agrega a los recortes esa falsa austeridad que nos está imponiendo el PP en las comunidades autónomas, y que aplicará después del 20-N. Si a ello añadimos que para generar empleo nuestra economía se basa fundamentalmente en la construcción y en el consumo, que generan empleo pero de baja cualificación, el naufragio estaba asegurado. Después todo ha sido como una bola cuesta abajo: aumenta el paro por la crisis, se debilita el consumo al haber más parados y más incertidumbre, las empresas venden menos y despiden más, otra vez más parados que consumen menos y más empresas que cierran. Un círculo vicioso donde la puntilla ha sido la restricción del crédito que impide que aparezcan nuevas empresas o que se mantengan las actuales. La crisis es fundamentalmente financiera y no de otro tipo como quieren hacernos creer. Además, nuestro sector público está sin impulso y recortando inversiones debido al déficit creado por las  ayudas prestadas a la banca. Con todos estos factores tenemos la explicación de por qué hemos llegado a los cinco millones de parados. Y qué podemos hacer para acordar y acortar un tratamiento efectivo que solucione el paro. Este es el principal problema de nuestro país. No soy ningún experto, pero según dicen la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y varios economistas influyentes como John Kenneth Galbraith (fallecido en 2006), lo primero que tenemos que hacer en situaciones de desaceleración económica que afectan tanto al empleo es anteponer los planes de generación de empleo a los planes de consolidación fiscal. Planes de empleo que refuercen el diálogo social, que es esencial. Al mismo tiempo hay que implantar nuevas formulas para que fluya el crédito a las pequeñas empresas, mejorar el gasto y la gestión de las políticas activas de empleo y garantizar la protección social. Planes específicos de choque para impulsar el empleo juvenil, con mejoras en las políticas educativas, readiestramientos para nuevos empleos, creación de empleos de servicios públicos, reducción de la temporalidad y políticas salariales efectivas vinculadas a la productividad. Dos datos necesarios para conocer la dimensión del problema: Uno, desde que comenzó la crisis, el 86% de los más de 2,2 millones de empleos destruidos en España los ocupaban jóvenes de 16 a 29 años. Dos, la destrucción de empleo ha sido y sigue siendo más intensa entre los trabajadores con menos formación como los de la construcción que han aportado la mitad de los empleos destruidos. Por eso, en España habría que probar todas estas medidas ya experimentadas en otras crisis y otras ideas que sirvan para crear empleo y bajar el paro, porque hoy, aquí y ahora no sobran ninguna  
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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